miércoles, 6 de agosto de 2014

Xplosiv Joint y mi primer concierto hardcore punk

Hoy se cumplen 20 años del primer concierto hardcore punk que vi en mi vida, que fue cuando estuve e en un concierto de la banda naviega Xplosiv Joint. La verdad es que estos pueden parecer hechos insignificantes de no ser por todos los aprendizajes y experiencias que vendrían después. Al echar la vista atrás, me reconforta ver una época en la que todo era curiosidad por descubrir cosas nuevas, y también me doy cuenta de la ingenuidad en que vivíamos, en un pequeño pueblo del occidente asturiano, cuando teníamos 13 añitos. O sea, que éramos unos pardillos... Pero de buen corazón. 

Por cierto, este texto fue uno de los dos párrafos con que empecé a escribir el libro Navia Caótica. 

Un saludo especial a mi amigo Sergio, que me acompañó aquella noche al concierto. 


Páginas 105 a 106.

"Vi a Xplosiv Joint por primera vez el 6 de agosto de 1994. Mi amigo Sergio y yo acudimos a un concierto en la explanada de La Dársena del muelle. Durante las fiestas patronales de Navia era costumbre que el ayuntamiento y los organizadores del Descenso habituasen un escenario para grupos de rock. Por supuesto, la afluencia de público era menor que para las orquestas de pachanga, pero para muchos jóvenes era la única oportunidad de ver a un auténtico grupo de rock en directo. Aquella noche, queríamos ver a BH Rockabillyblues. Teníamos trece años, llevábamos un par de años escuchando música, e incluso habíamos formado una especie de grupo durante el verano. La sorpresa vino cuando nos topamos con Xplosiv Joint sobre el escenario. Eran una pandilla de melenudos con aspecto desaliñado, tocando canciones rápidas, y potentes, un ‘ta-chunck-ta-ta-chunck-tah’ con voces guturales y chillonas. Recuerdo a Fede, el batería, muy delgado y con el pelo rojo; Nano, el bajista, que ocultaba su rostro tras un pelo largo y desgreñado, andaba pintando calaveras por todas partes; Jose con su pelo a lo afro, flanqueando el escenario con su guitarra Explorer con una A de anarquía; David, a la otra guitarra, siempre hierático y ceñudo; y por último Jano, la cara diplomática y sonriente al grupo. En algún momento, anunciaron una versión de Sepultura y esperé reconocerla porque mi amigo Roldán me había prestado una cinta unas semanas antes. Al escenario subió (...) y berreó con una voz más gutural aún. No reconocí la canción. Tiempo después supe que era ‘Policia’, y que en realidad no era una canción de Sepultura, sino de Titas. Por entonces nadie sabía esas cosas. Jose: “Coincidió con una concentración de motos. Fue en la época del Descenso y en Navia había un montón de gente joven a la que le gustaba el hardcore. Fue una de las primeras veces que tocamos en un escenario de más de un metro. Estábamos muy ensayados, todavía no teníamos ese punto ‘pseudo-pro’ que tuvimos al final, pero sabíamos que ese día íbamos a tocar bien y estábamos que lo soltábamos. La peña se engoriló mogollón, hubo un pogo que no era ni normal, había gente volando… Delante nuestro veíamos una piscina, casi igual de ancha que el escenario, llena de gente pegando botes, sin cortarse un pelo, mientras la demás gente lo debía estar flipando. Nosotros estábamos a lo nuestro, la gente nos transmitía y nos lo estábamos pasando pipa. No había ningún orgullo, nos expresábamos, hacíamos todos los ruidos que queríamos al final de las canciones  como nos gustaba hacer, tirábamos galletas al público, tirábamos kalimocho… Creo que me acuerdo de Nano gritando al micrófono, Nano era muy cafre. Aquel concierto fue muy cafre y nos dio la energía necesaria para seguir tocando como lo hicimos después. Entonces queríamos tocar música diferente, todavía queríamos tocar thrash metal, tocábamos algo de garaje, algo de ruido, escuchábamos mucho a Sepultura también. Aprovechábamos cualquier momento para hacer ruido. Al acabar una canción hacíamos ruido, y si haces ruido con la guitarra para terminar una canción al estilo punk, como el que hace un solo pero en vez de eso está haciendo puro ruido, ¿por qué no vas a gritar un poco por encima también?”. Jano: “Lo pasábamos muy bien. Daba gusto ver cómo la gente que te rodeaba se identificaba con lo que tú hacías, en un pueblo donde no había habido ningún movimiento musical marcado. Eran bailes muy colectivos, la gente hacía pogo y se lanzaba del escenario. Había situaciones muy divertidas en ese sentido”.


Durante el concierto, Jose estaba repartiendo panfletos, así que me animé y le pedí uno. Él torció el gesto, pero me lo alcanzó con un paternalista “Bueno, anda”. Supongo que a mis trece años debí parecerle demasiado joven para recibir aquel material subversivo. O puede que no esperase ese súbito interés. Lloviznaba (durante la actuación de BH Rockabillyblues terminó por llover, la excusa perfecta para tocar ‘Lluvia esta noche’), y Sergio y yo lo leímos cobijados bajo una columna del puente de la vía del tren, a la luz de una farola. Jose había recortado una carta al director denunciando la hipocresía del primer mundo, y en una esquina había apretujado un texto existencial, donde destacaba la frase “No debes ver las cosas como ‘a qué se parecen’ sino como lo que son para ti”. En el título del folleto, reconocí la leyenda “Destroy Normality” que tantas veces se veía grabada en las farolas, paredes y fachadas del pueblo. Comprendí que ante nosotros estaban haciendo ruido los autores de frases intrigantes como “Believe In Nothing”, “Do Not Destroy Nature… Destroy Cities” o “Smoke Marihuana”. La misma gente que veíamos colándose en los barracones de las escuelas abandonadas de San Roque, para conspirar y subvertir el orden social de la villa".